REGENERACIÓN CÉLULAR

REGENERACIÓN CÉLULAR

 EL AGUA DE MAR SEGÚN EL PROTOCOLO DE RENÉ QUINTON

Autor: Francisco Javier Coll, director Laboratorios Quinton Internacional S.L.

 

El agua de mar tratada según el protocolo original de René Quinton contiene todos los minerales necesarios para el buen funcionamiento y regeneración de nuestras células, y gracias a la biodisponibilidad iónica de sus elementos, consigue reponer cualquier carencia de minerales. Nuestro organismo, nuestra piel, se van mermando por distintas causas: deshidratación. enfermedades,  contaminación, carencias nutricionales. Para la restitución rápida y natural de la composición celular, y por tanto de la piel en profundidad, el agua de mar bebible devuelve al sistema celular su equilibrio y vitalidad, regenerándolo.

 

El Plasma Marino Quinton

El Plasma Marino Quinton

El agua es el solvente universal, molecular y energético por excelencia; no «olvida» la información cuando ésta se disuelve en ella. Los minerales, compuestos orgánicos y material genético almacenado en el plasma marino forman una matriz de información biológica que nos ayuda en estados carenciales y de detoxicación celular.

La similitud entre la sangre y el agua de mar permite una regeneración celular completa. La ingesta de agua de mar consigue equilibrar el organismo, regenerando las células y devolviéndolas su vitalidad.

 

ELEMENTOS TRAZA

El agua de mar tratada según el protocolo original de René Quinton es únicamente elementos traza. Los elementos traza que se forman en el lecho marino o sobre la tierra son inorgánicos debido a que no han sido previamente digeridos por microorganismos vivos. Además, la cantidad de cada elemento traza varía de una muestra a otra y no refleja los ratios que se dan en el cuerpo humano. Es cierto que, a diferencia de los minerales terrestres, cada elemento traza o mineral esencial está presente en el medio marino en un ratio sinergético perfecto.

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Los animales evolucionaron por primera vez en agua de mar. Mientras los animales evolucionaban, desarrollaban una estrategia simbiótica para asegurarse la supervivencia. Su adaptación a la vida en la tierra fue un logro evolutivo fundacional que requirió profundos avances biológicos –con los factores más dudosos de éxito tales como la capacidad de mantener un pH constante, la composición mineral y la temperatura.

Cuanto más estudiamos el océano más entendemos su papel fundamental a la hora de conducir nuestra evolución. En 1905 René Quinton sentó las bases de sus leyes de constancia osmótica y marina –la idea de que los océanos de la tierra mantienen un estado elemental de equilibrio conocido como «constancia marina». Gracias a muchos años de investigación consiguió demostrar que nuestros fluidos internos obedecían a las mismas leyes.  Sus leyes pueden resumirse mejor en esta profunda revelación: «Somos un verdadero acuario marino vivo».

De acuerdo a sus leyes de Constancia Osmótica y de Constancia Marina, René Quinton sostuvo las siguientes afirmaciones:

1. La vida surgió de organismos unicelulares –los antecesores de las células humanas. La necesidad de un aporte constante de sales minerales que se encontraban en el agua de mar donde vivían. El agua de mar también facilitó el equilibrio ácido-alcalino, que era fundamental para el establecimiento de la homeostasis.

2. Los humanos mantienen un medio interno isotónico similar a los océanos menos salinos que existieron cuando los primeros anfibios aparecieron hace cientos de millones de años.

3. «Existe una identidad física y fisiológica entre el agua de mar y el medio interno del organismo».

Nuestro «Océano Interno» aporta información a nuestra expresión genética

Ya desde nuestros orígenes, la vitalidad de nuestro océano interno dirige la propia gestación evolutiva individual. Antes de que se forme el tubo neural en un embrión, el océano interno o «cuerpo de turbulencias», que se desarrolla a partir del líquido amniótico, regula y controla inteligentemente la formación del sistema nervioso y de los órganos.

Por otro lado, los minerales orgánicos acumulados dentro del medio interno proporcionan un medio conductivo que transmite impulsos fásicos y sonoros emitidos desde la aorta abdominal y que, poco a poco, desarrolla el área vestibular del cerebro embrional. Posteriormente, estos «impulsos» serán percibidos por la piel del feto, que poco a poco irá estimulando su desarrollo neuronal.  Cuando nacemos, nuestro océano interno nutre a cada una de los billones de células que albergamos. Este líquido extracelular es donde se dan todas las comunicaciones intercelulares y por donde son transportados todos los nutrientes vitales hasta la membrana de la célula.

De este modo, toda célula que contenga su propia información genética se verá afectada constantemente por agentes epigenéticos que se encuentran en el líquido extracelular. Los estudios revelan, que las modificaciones en el líquido extracelular tienen la capacidad de controlar a la célula en la producción de 2.000 o más proteínas a partir de la misma secuencia de gen. El resultado de esta dinámica es que mientras la carga genética es importante para la salud y la función de cada célula, «las operaciones de una célula son definidas por su interacción con el entorno, no por su código genético».

Los océanos contienen la secuencia de la homeostasis de la vida- el código genético original que posee y controla la evolución. La información mineral, nutricional y genética que se encuentra en el plasma marino debe «recargar» el líquido extracelular aumentando la comunicación celular.

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DEFICIENCIAS CRÓNICAS DE ACUMULACIÓN MINERAL

Desde que se originó la vida en los océanos, nuestra biología interna depende completamente de los ratios de sales minerales que se encuentran en los océanos. Sin embargo, vivir de lo que la tierra nos da ya no proporciona la materia prima necesaria para mantener nuestro «océano interno». Desde un punto de vista estrictamente nutricional, el terreno biológico de nuestro organismo bloqueado se encuentra «privado de alimentos».

Comemos en exceso, en un vano intento por restablecer el equilibrio mineral orgánico necesario. Por lo tanto, la tierra que utilizamos para cultivar los alimentos que comemos están desprovistos del espectro total de elementos traza que tanto ansiamos.

Sin embargo, el plancton transforma los minerales en materia bioactiva.

Los microbios se alimentan de minerales inorgánicos y los transforman en su estado orgánico-cristaloide. El agua de mar contiene un completo espectro de minerales orgánico-cristaloides, transformados por trillones de unidades de zooplancton y fitoplancton (p.e., microorganismos).

Los minerales orgánicos no están disponibles a nivel celular y deben ser transformados a su estado cristaloide para poder pasar a través de la membrana celular y; de este modo, controlar la actividad celular. Los cristaloides minerales son biodisponibles a nivel epigenético dentro y fuera de la célula –interactuando con la membrana celular para dirigir el potencial epigenético.

Las personas pueden hacer uso de sales inorgánicas u otros elementos sólo por el hecho de poseer vida vegetal en el intestino, en forma de bacterias que ‘agarran’ los elementos inorgánicos con un átomo de carbono, de manera que, así, puedan ser transformados en materia orgánica. Desafortunadamente, con la llegada de los antibióticos y la proliferación de la Cándida, la capacidad de la flora intestinal para transformar elementos inorgánicos a su estado orgánico se ha visto comprometida significativamente.

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La matriz sinergética de los minerales cristaloides del líquido extracelular desempeña una función integral que determina la salud del terreno biológico y, por tanto, la salud de la persona. Además, la cantidad de minerales y agua del líquido extracelular determinan la calidad de la comunicación entre las células.

En 1994, Pischinger, Catedrático de Histología y Embriología de la Universidad de Viena, demostró que las células no están en contacto directo unas con otras y que toda la información intercelular (estímulos nerviosos, metabólicos, inmunológicos, vasculares, etc.) fluye a través del líquido extracelular. Pischinger afirmó: «El agua de mar primitiva es el sistema más antiguo de comunicación entre células vivas».

El agua de mar es beneficiosa en su estado «vivo»

«El todo no es igual a la suma de las partes»-Göethe. Mediante su investigación, René Quinton demostró que: (1) el agua de mar no podía ser recogido de manera arbitraria; (2) que el plasma marino era clínicamente superior al agua de mar; y (3) que el plasma marino debía conservarse «vivo» en agua de mar, base donde se disuelve. Con su obra emblemática, «L’eau de Mer, Milieu Organique» (Agua de mar, matriz orgánica), René Quinton demostró que secando o desecando el plasma marino se dañaba irreversiblemente la «vida» mineral y los complejos proteicos. Demostró clínicamente que era imposible reconstituir plasma marino y mantener los mismos beneficios terapéuticos.  Esto se debe a que, cuando el plasma se seca (o se evapora), los minerales dejan de estar en su estado cristaloide «vivo».

 

El agua es el solvente universal, molecular y energético por excelencia; no «olvida» la información cuando ésta se disuelve en ella. Los minerales, compuestos orgánicos y material genético almacenado en el plasma marino forman una matriz de información biológica que puede hacernos evolucionar de manera inteligente.

 

El propio René Quinton lo resumió mejor afirmando: «el agua de mar  tiende a mantener su propia actividad biológica y equilibrio molecular en un medio vivo. El total de los elementos traza que contiene el plasma marino debe estar en la solución en su estado activo».

 

Desafortunadamente, el consumo de sales marinas en estado sólido aportan un potente complejo de minerales traza inorgánicos, sin aportar ningún tipo de información biológica como la almacenada en el agua de mar.

 

RESTABLECER EL TERRENO BIOLÓGICO ES MEJORAR LA SALUD

 

No conservar un medio interno o terreno biológico óptimo es grave para la conservación de la salud. Para mantener la salud del cuerpo, la homeostasis ha de mantenerse constantemente. Un terreno orgánico sano es la clave de la salud  y la belleza, y a la inversa; las enfermedades se desarrollan en un terreno degradado y bloqueado. Ligado a la mayoría de las enfermedades hay un cuadro de desequilibrio del terreno.

 

Los nutrientes específicos no pueden desempeñar su función sobre un terreno biológico degradado. El agua de mar tratada según el protocolo original de René Quinton, directa o indirectamente, recupera muchas de las polaridades que abajo se muestran, restableciendo la integridad del «océano interno». Los profesionales del bio-terreno buscan poder recuperar el equilibrio, y la renovación orgánica, clave para la “juventud celular” de los siguientes aspectos:

 

  • Alcalinidad Acidez
  • Parasimpático Simpático
  • Catabólico Anabólico
  • Yin Yang
  • Deficiencia Exceso
  • Bioenergética, Información Material
  • Interno Mental/Emocional) Externo (Físico)
  • Reducción Oxidación

 

Siempre que exista una carencia o acumulación crónica de algún nutriente tendremos la patología cerca. Los clínicos se esfuerzan por llegar a una reconciliación de cara al hecho de que un complemento dietético puede equilibrar un aspecto al mismo tiempo que perjudicar otro. Por ejemplo, si una persona toma vitamina B, puede estar equilibrando una deficiencia mientras la misma vitamina contribuye a una acidificación crónica y deshidratación mediante la generación de un exceso de calor.

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 Esta es la «ley de disminución del rendimiento», por la cual, la cantidad de energía que se precisa para la absorción, asimilación y eliminación de un producto nutricional es, con frecuencia, mayor que la energía obtenida por el propio producto. La mayoría de los complementos dietéticos son de baja absorción, dejando al intestino, hígado y riñones la tarea de eliminar los elementos no asimilados, que posteriormente deshidratan y acidifican el cuerpo.

 

Por el contrario, el agua de mar tratada según el protocolo original de René Quinton se absorbe por el intestino mediante una difusión pasiva. Debido a que los minerales orgánicos y co-factores marinos han sido previamente digeridos por el zooplancton, éstos no precisan una digestión activa como requisito para poder ser asimilados.

 

Una vez que aparece la raíz del problema, el resto empieza a revelarse por sí solo al especialista, el cual estará ya capacitado para tratar el desequilibrio, usando terapias específicas con productos nutricionales y bioenergéticos y conseguir de ese modo una salud óptima.

 

Bibliografía

 

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fuente: www.quinton.es